
Contigo me consuelo contrito y humillado,
María buena y paciente, de ropa ensangrentada
Por la sangre de Cristo que tu seno empapaba,
Entre burlas y esputos que a ti te han salpicado.
He gastado mi vida en lances y alabanzas
A la mujer efímera que no las merecía,
Pues solo me entregaban rampante hipocresía,
Mientras que de mi vida solo trenzaban chanzas.
Tejí grises poemas que brotaban del fuego
De pasiones carnales, de traiciones sin cuento,
Pues nunca ennoblecieron un solo pensamiento
Los amores de farsa, de un efímero juego.
Y ahora me avergüenzo de haber gastado tanto
En tan seca sustancia, y en tan muchos recelos,
Preso de sobresaltos, de envidias y de celos,
Sin asiento ni paz, sin placidez ni encanto.
Fueron romances hueros, que no significaban
En la vida del hombre, sino sombra fugaz,
Que no alegraba el alma, ni nunca fue capaz
De darme algún momento del amor que cantaban.
Ya basta, ya me entrego, con algo sin valor,
Pues que gasté mi arte sin que a María sin par,
Amor de mis amores, supe jamás cantar
Siendo el amor de ella el más supremo amor.
Perdóname María por mi estulticia vana,
Que ya lo que me queda de vida en esta tierra,
He de cantar la gloria que en tu misterio encierra,
El Cristo que fue hombre, y que a la vez fue Dios.
Rafael Ángel Marañón
AMDG
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