sábado, 26 de marzo de 2011

A MARÍA DE NAZARET


Ni supo teología ni la buscaba
Mas supo de obediencia y sacrificio;
Su Dios era el Señor, eso bastaba,
Y mansa obedeció tan santo auspicio.
No se miró a sí misma sino al Cielo;
Esclava era y ofrecióse esclava;
De Dios solo esperaba su consuelo,
Y solamente al Padre, humilde oraba.
Una mujer, obra de Dios perfecta,
Conoce su existencia y su destino,
Y madre rigorosa y circunspecta
Dispone su persona y su camino.
María flor de fe de gozo llena
No mide, pues no puede, su llamado,
Mas su maternidad la exalta plena,
Pues sabe que su fruto es ser sagrado.
Es ser, es asentir, y es esperando
Que pueda ser la obra de Dios hecha,
En tímida oración, considerando
Del prodigioso don la gran cosecha.
Si mira alrededor el riesgo es grande,
Mas alta su mirada presta vuela;
Tan solo sí y amén; lo que Dios mande;
En Dios, ni amor, ni acción, es bagatela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario