
El dulce sueño, que me endulza el pecho
Eres tú, María, la gentil paloma,
Que me perfuma y llena de su aroma
Cuando inundo de lágrimas mi lecho.
Tú eres para mí abrigo y techo
Del embate del mundo, y la carcoma
Del pecado y la muerte; la tizona
Que ampara valedora mi derecho.
¿Y ahora qué? me pregunto cauteloso
¿Que he de hacer para ser su compañero,
Y que he de meritar, si soy leproso?
Y me dice, María, sin alarde:
Nada has de hacer, sino dejar somero,
Que el Cristo eterno te recoja y guarde.
No temblaré cobarde,
Pues en Cristo, y andando con María,
La vida eterna logro en este día.
Eres tú, María, la gentil paloma,
Que me perfuma y llena de su aroma
Cuando inundo de lágrimas mi lecho.
Tú eres para mí abrigo y techo
Del embate del mundo, y la carcoma
Del pecado y la muerte; la tizona
Que ampara valedora mi derecho.
¿Y ahora qué? me pregunto cauteloso
¿Que he de hacer para ser su compañero,
Y que he de meritar, si soy leproso?
Y me dice, María, sin alarde:
Nada has de hacer, sino dejar somero,
Que el Cristo eterno te recoja y guarde.
No temblaré cobarde,
Pues en Cristo, y andando con María,
La vida eterna logro en este día.
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