
He
soñado en visión, Virgen María amada,
Que
junto a ti gozaba de paz y de esplendor,
Y
vi al Cristo bendito y a mi alma extasiada,
Admirando
en Dios Padre el celeste fulgor.
Era
la primavera de una visión dorada,
Una
nube de gloria y de infinito amor.
Un
celeste regalo a mi alma aliviada
En
un jardín ameno donde eres la flor.
Una
inmensa alegría, sin ansia o parangón,
Como
no he conocido; con la delectación,
Del
hijo rescatado, concebido en amor.
Y
veneré a María con libertad suprema,
Porque
es para mí como la madre buena
Que
nunca te abandona, ni en el mayor fragor.
AMDG
AMDG
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