
El ángel del Señor habló a María,
Y un ¡sí quiero! brotó en su corazón,
No hubo ni reproche o discusión;
Solamente servicio en alegría.
.
Al Señor, su pastor, ella servía,
No atendiendo a ingenio o a razón;
Solamente aceptó en adoración
Por el amor que en su interior hervía.
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La Gracia en humildad nos transmitía,
Por ser la portadora del amor
Que Dios en su clemencia nos rocía.
.
Su Gracia ha expulsado al detractor,
Y es la Gracia que en ella se mecía,
Engendrado del Espíritu Creador.
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Dulcísima María
Eres del hombre su refugio y bien,
Y del Cristo, su madre y compañía.
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