martes, 21 de febrero de 2012

ABRE TUS OJOS


Abre tus ojos, pon en mí tu gracia
¡Oh, virgen madre del dolor sangrante!
No quiero revolcarme en mis pecados,
Como Jesús se maceró en su sangre. 




Mira mi honda pena que no cesa,
Mis débiles rodillas vacilantes,
Mi triste corazó
n enloquecido,
Mi mente enajenada y trepidante.

Revive en mí aquel cálido sosiego
Pacífico pues hijo fiel he sido,
Antes de que en mi orgullo me apartara,
Como se aparta el gorrión del nido.

Abre tus manos al clamor doliente,
En mis noches de seca soledad.
Si solo tú podrías consolarme,
¡Dame señora lluvias de piedad!

Tráeme a Jesús, y sepa yo que absuelve
Mis locos extravíos, y los condona,
Entonces cantaré yo mil cantares
A ti, madre del Cristo que perdona.

¡Oh María! del Salvador la madre;
En tu abrigo repose el alma mía,
Alabando a la Santidad divina,
Colmada de esperanza y de ufanía.

 

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