jueves, 9 de febrero de 2012

A TI VENGO, MARÍA


Buscando paz y alivio a ti vengo, María
Con plena confianza pues nunca me has fallado;
Que siempre ante tus ojos, la paz había encontrado,
Y en tus divinas manos la calma y la alegría.

Tu siempre has contemplado mi nefando camino,
Pues era un miserable, mediocre y orgulloso,
Ligero en el pecado, sin pausa y sin reposo,
Arruinando implacable mi vida y mi destino.

En ti encontré el ejemplo y en ti logre la ayuda
Para salir resuelto del mundo inmundo y ciego,
Y en ti encontré acogida, en ti encontré el sosiego,
Y a Cristo tuve acceso contando con tu ayuda.

Confieso que fui dado al dolo y al delito,
Protervo en el peligro de roces y caídas,
Mas tengo confianza en tus manos tendidas,
Que afables me conducen ante el Padre bendito.

Y al fin madre inefable, espejo de justicia
¿A quién iré que sienta la divina apetencia
De llevarme ante Cristo con mi triste dolencia,
Y allí gozar gloriosos de inefable delicia?

No hay comentarios:

Publicar un comentario