sábado, 15 de septiembre de 2012

¿SANTIFICACIÓN O ESPECULACIÓN?



El esfuerzo en la santificación diaria, no es más que el reconocimiento de que la sangre de Cristo nos libra de todo pecado. (1: Juan 1:7) Esa es, junto con su resurrección, la que da la norma de conducta del verdadero cristiano. No soy como usted me dice, “casi perfecto”. Ni deseo serlo. Sería insufrible para todos.

Si es con sarcasmo no importa, si no lo es, da igual. Yo tengo mi camino y no salgo de él. Ya he conocido muchos y ninguno me convence. En mi vida hay muchas cosas de las que no me enorgullezco. ¿Y hay alguien que se pueda enorgullecer, a no ser un pedante insoportable por los demás y por Dios mismo.

La falsa santificación se funda en el narcisismo que es un feo vicio. No acata La Escritura y se siente superior a los demás. Lo hemos visto en gente maravillosamente entregada a la evangelización, pero que en todas sus maneras traslucía un espíritu de rebelión y de superioridad. El que desprecia a los niños en Cristo desprecia el calvario.

Si dejamos a nuestro arbitrio las palabras de La Biblia y ponemos en su lugar nuestras propias percepciones (y más si se es ignorante en estas materias) toda la vida cristiana queda reducida a lo que cada uno piense de sí mismo. En resumen petulancia y narcisismo. Cosa impropias del que dice seguir al maestro.

La humildad y ejemplaridad que preconizó Cristo, es la verdadera guía para ser vivificado continuamente, aun a pesar de nuestras flaquezas y nuestras cavilaciones. La Biblia, dice el Salmo, es lámpara a nuestros pies, y lumbrera en nuestro camino. Dejémonos de jactancias y corramos con Cristo el camino cierto, aunque doloroso de la cruz.

Hemos creado al diosecillo cerebro y este nos juega siempre muy malas pasadas. Sobre todo en la vida espiritual, donde los espejismos son aún más peligrosos que en el mismo desierto. Nos pueden llevar en una dirección donde no encontraremos el agua ansiada, sino una decepción monumental. Y en el terreno espiritual la muerte eterna.

Esa locura de jactarse es contraria al espíritu humilde de Jesús. Si esperamos vida eterna las demás prepotencias en nosotros solo valen para perdernos. Muchos son los que proclamándose cristianos tienen una percepción de la realidad que es contraria a los mandamientos sanos y verdaderos de la Santa Escritura.

A medida que crece la persona en santidad se ve a sí mismo como vil y sin merecimientos ante el Señor, lo cual le agrada y allí extiende generosamente su misericordia. Pensar en que siendo arrogante con los hermanos, haciéndose pasar por uno más bueno y perfecto es engreimiento insufrible. Y eso aparta del Evangelio a muchos.

Marchemos pues, tras la huellas del humilde Cordero de Dios, pues ya hemos visto a los grandes hombres de la historia con un fin desgraciado y humillante. Nosotros somos el cuerpo de Cristo y miembros cada uno en particular. (1ª Corintos 12:27)

No caben entre cristianos pugnas y retorcimientos de la Escritura para avalar sus cavilaciones, porque como dijo el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:9)  

Si ya nos lo dan hecho y bien hecho, meditemos y no hagamos cavilaciones que nos pueden inquietar. Eso está súper comprobado. ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Hebreos 9:14)

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