
Ven hacia mí, derrama tu mirada
Al pobre pecador que en ti confía
Sacando de prisión el alma mía,
Envuelta en tu esplendor, mansa y callada.
Aguardo con mi mente alborozada,
Mi espíritu radiante y en franquía,
Morar siempre confiado con María,
Mi madre, mi refugio y mi alborada.
En un futuro, pleno de contento
Espero con anhelo placentero
Contemplarla, momento tras momento.
Es tan magno el divino advenimiento,
De Cristo, inusitado y lisonjero,
Que ya no habrá más queja, ni lamento.
Al pobre pecador que en ti confía
Sacando de prisión el alma mía,
Envuelta en tu esplendor, mansa y callada.
Aguardo con mi mente alborozada,
Mi espíritu radiante y en franquía,
Morar siempre confiado con María,
Mi madre, mi refugio y mi alborada.
En un futuro, pleno de contento
Espero con anhelo placentero
Contemplarla, momento tras momento.
Es tan magno el divino advenimiento,
De Cristo, inusitado y lisonjero,
Que ya no habrá más queja, ni lamento.
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